El golpe militar iniciado el 24 de marzo de 1976, no sólo quitó el derecho a la vida y la identidad a muchos argentinos, sino que quitó derechos fundamentales para el pueblo trabajador y sus representantes gremiales/sindicales, como ser anular la plena vigencia de la Ley de Contrato de Trabajo, la suspensión del derecho a huelga, la intervención de los  sindicatos -cuyos dirigentes fueron encarcelados, desaparecidos o asesinados-, la autorización de la cesantía de cualquier agente público que incurriese en el “delito” de ser “real o potencial alterador del orden” mediante la ley de prescindibilidad.

 

Además, se prohibieron las elecciones sindicales, las asambleas y en general todo tipo de actividad gremial. La Confederación General del Trabajo (CGT) también fue intervenida y luego disuelta.

 

En razón de estos acontecimientos, el sindicalismo se dividió en dos grupos: Por un lado, en abril de 1981 se formó la CGT Azopardo, llamada así por ocupar la sede de la calle Azopardo, bajo la conducción de Jorge Triaca, secretario general del Sindicato de Trabajadores Plásticos, junto a otros dirigentes. Este grupo pasó a la historia como el sector dialoguista con la dictadura, quien le brindó el aval para ocupar la sede histórica de la CGT.

 

Por el otro, el 1 de marzo de 1977 se creó la llamada “Comisión de los 7” integrada por diferentes gremios, luego pasó a denominarse “Los 25”, y fueron los que organizaron huelgas y marchas a partir de 1979.

 

En noviembre de 1980, estos gremios se organizaron y conformaron la CGT-Brasil, liderada por Saúl Edolver Ubaldini, secretario general de la Federación de Cerveceros, que se constituyó en el representante de los sindicatos combativos que se opusieron a la dictadura militar.

 

La primera demostración masiva en contra de la dictadura fue realizada el 7 de noviembre de 1981, cuando la CGT Brasil convocó a una marcha de protesta bajo el lema “Paz, Pan y Trabajo” que culminaba en la Iglesia de San Cayetano. Participaron de la movilización más diez mil personas. Por primera vez se coreó masivamente la consigna que luego ganaría la calle: “Se va a acabar, la Dictadura Militar”. La represión no se hizo esperar. Pero no pudieron ocultar que aquel día se le empezó a perder el miedo a los tiranos.

 

Nuestro cansancio a tanta opresión y muerte nos llevó a la manifestación del 30 de marzo de 1982 como medida de protesta y disconformidad con el gobierno. Queríamos elecciones libres y democráticas. Ante este panorama el gobierno genocida advertía sobre la vigencia del estado de sitio pero desoyendo la bravuconada de los genocidas, marchamos y la plaza fue copada por trabajadores, militantes y el pueblo.

 

La represión no se hizo esperar, palos y gases de un lado; baldosas y piedras del otro. Hubo miles de detenciones entre las que se contaron la del secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, otros compañeros y la muerte en Mendoza del obrero Benedicto Ortíz. Dos días después el debilitado gobierno de facto daba la orden de tomar las islas Malvinas.

 

Con respecto a la Agencia Télam, como todo ente estatal, estuvo entre 1976 y 1983 en manos de los militares. Funcionaba en un edificio situado en la calle Chacabuco 182 de la Ciudad de Buenos Aires, y luego fue trasladada a Bolívar 531.

 

A partir de 1978, estuvo presidida por el coronel Rafael de Piano, quien fue nombrado por el dictador Jorge Rafael Videla, y como gerente de personal el teniente coronel Boris. En el edificio se habían colocado estratégicamente parlantes por donde se transmitían las noticias.

 

En la Redacción la censura era manifiesta. Ni bien se instaló el gobierno de facto, Télam fue intervenida y los militares poco tiempo tardaron en hacer su “trabajo” determinando quienes eran los “potenciales alteradores del orden” o “peligrosos” para sus intereses, especialmente dentro del Departamento Periodístico.

 

A través de la documentación que no pudieron hacer desaparecer, tuvimos la posibilidad de observar una de las “listas negras” elaboradas por la dictadura, en este caso en Télam, aquí el capitán de navío interventor, Pedro H. Dimenna, el 27 de marzo de 1976, firmó un documento para “conocimiento del personal” en el cual se detallaban los nombres de 13 trabajadores de la redacción que “deberían permanecer en su domicilio hasta nueva orden”.

 

Fueron ellos Ricardo Luis Agazzi, Pascual Albanese, José María Bacigalupe, José Carlos Cabeza Miñarro, Luis Castellanos, Fernando José Del Corro, Héctor Jesús Ferreyros, Pablo Iezzi, Hernando Kleimans, Eduardo Marsillach, Marcelo Eduardo Pichel, Luis Santagada y Daniel Vic Rubio.

 

Cabe señalar, que en realidad, el mismo día en que se desató el golpe no dejaron entrar a los compañeros a la Agencia, y a los pocos días recibieron el telegrama de despido basados en la Ley de Prescindibilidad.

 

El paso de la Dictadura Militar por la Agencia Télam nos marcó primero con la desaparición de Alejandro Martín Almeida, el 17 de junio de 1975 –hijo de Taty Almeida, una de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora-.

 

Luego, Célica Elida Gómez Rosano quien fue secuestrada el 3 de enero de 1978 en Florida y Corrientes cuando dejaba el edificio de la Agencia, que en esa época se encontraba allí. Dada su condición de uruguaya fue entregada a la dictadura existente en su país en el marco del Operativo Cóndor y allí asesinada

 

Pero eso no fue todo, al observar “la lista negra” de Télam se puede descubrir que uno de los periodistas allí incluido, era Héctor Ferreyros, cuyo nombre se encuentra subrayado en el documento de los militares, a quien se halló asesinado el 30 de marzo de 1977 en un baldío de Quilmes. Ese día, su proyecto de vida se apagó cuando fue acribillado a balazos, convirtiéndose en otra víctima más de la sangrienta dictadura militar que azotó a nuestro país.

 

Actualmente nuestra agencia nacional de bandera es presidida por el periodista Rodolfo Pousá, y no podemos evitar recordar que durante la Dictadura Militar mientras nuestros compañeros de Télam eran desaparecidos y asesinados, él se dedicaba a hacer reportajes al dictador Viola destacando su “gestión”.

 

Basta con ingresar a la red Youtube y colocar su nombre para ver como aparecen diversos reportajes a dictadores y cómplices civiles de la Dictadura, e incluso una nota en la que muy sonriente le pregunta al ex dictador Roberto Viola si es hincha de algún cuadro de fútbol, tema muy relevante en el contexto de violación a los derechos humanos que se vivía.

 

¿Qué dicotomía no? En el mismo momento en que ellos –que trabajaban en Télam- perdían su vida en mano de los genocidas, él resaltaba y difundía las actividades de los dictadores. Hoy, 41 años después, ELLOS SON NUESTROS MÁRTIRES; ÉL PRESIDENTE DE TÉLAM.

 

Al conmemorarse un año más el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, desde el SITRAPREN consideramos esencial tener presente la historia para saber aquello que no debemos permitir que vuelva a ocurrir, y recordemos que de nosotros depende luchar para poder recibir una educación democrática, salubridad democrática, justicia más democrática, en fin que la democracia exista en todos los aspectos.

 

“Esto es Argentina ahora y en este meridiano. Su pueblo despierta del terror, sus tiranos agotan el poder y la fuerza. La justicia se acerca inexorablemente. La lucidez está en el hombre nuevo. La dignidad en su elemento”.

Fragmento convocatoria a la tercera marcha de la resistencia, Madres de Plaza de Mayo, 1983.

 

Comisión Directiva

2016-2020

 

Buenos Aires, 24 de marzo de 2017

 

Por sitrapren